Que Dios me libre de perderme en tu mirada.
De recordar tu piel
Y ahogarme en tu sudor
Sentirme de nuevo en el infierno de esa habitación cerca del río.
Y oler tu aroma.
De enamorarme de tus palabras.
Pero morir de tus acciones.
Que Dios me libre
De tu poder sobre mí
De tus utópicas caricias
De tus falsas promesas e inconscientes ilusiones.
Que Dios me libre de tu imagen
Extasiando mis sentidos
Excitando mi cuerpo, ardiendo de anhelo por sentirte otra vez aquí conmigo.
De contar tus tatuajes
Y besar tu rostro
De desear que tus hijos hubieren surgido de mis entrañas
Que Dios me libre.
Pero que no me libre de escuchar tu voz y contemplar tu presencia.
Elizabeth Pérez
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