Catalinaa

Y para que nunca más.

 

Y que salten los jóvenes,

y que saquen sus banderas,

todos merecen que sus heridas

reciban enmiendas.

 

Y que los perseguidos,

y la sangre que aún no aparece,

y todos los que vivieron escondidos,

y los que volvieron en vida desaparecidos,

no se nos olviden jamás.

 

Me duele escuchar risas y ver despecho,

¿No entiendes el dolor de esta tierra?

Dale, lee los archivos,

léelos todos,

y tal vez comprendas el desgarro.

Que si han pasado diez, veinticinco o cincuenta y dos años,

no da igual.

 

Y que salten los jóvenes,

y se ice a media asta la bandera,

porque el pueblo fue herido

y se manchó de rojo

la majestuosa,

blanca cordillera.

 

Chilenos y chilenas,

por favor, vamos ya de la mano,

no podemos seguir viviendo separados,

volvamos de una vez a amar,

si como alguien una vez dijo,

¿entonces para qué son el cielo y el mar?

 

Y recordemos a los jóvenes que saltaron

y a los estudiantes y a los profesores

que nunca más enseñaron,

y a la madre y al padre,

y al hijo, a la hija y a los amigos,

y al vecino de la esquina,

al pueblo unido,

y simplemente dejemos a la tierra sanar.

 

Gracias a los jóvenes que llegaron

a dar rosas y amor,

a celebrar con cánticos alegres

el triunfo de un país mejor.

 

Incluso a pesar del dolor,

incluso aunque les rompieron sus banderas

y les pusieron cadenas,

pudieron con arcoíris decir que No.

 

Otro once de septiembre que llega,

no es una fecha ligera.

No es tarde para profundizar y reflexionar

jamás se llega tarde a amar.


Chilenos del alma, recuerden siempre:

pueblo que olvida su historia

es un pueblo sin memoria.

 

Para que nunca más.