Y AUNQUE LA TINTA CON AGUA SE BORRE
Y aunque la tinta con agua se borre,
los poetas somos valientes e indulgentes.
Cazamos instantes que el tiempo socorre,
en versos que son como huellas dementes.
Grabamos el fuego de un beso en la frente,
en la fría piedra del verso indeleble.
Y hacemos eterno lo fugaz y contingente,
con un susurro de tinta irresistible.
Pues no importa el soporte, la página o la tecla,
si el pulso del alma al escribir nos revela.
La palabra es un río que nunca se seca,
es la herida abierta, es la luz de una vela.
Así que sigue, poeta, no calmes el torrente
que el mundo necesita tu sinapsis ardiente.