Ettorello

Luce Nella Tenebra

Entre sombras medito tu nombre, como un filo que corta sin herir. Cada gesto tuyo es una cifra secreta, y yo aprendo a descifrarla con pulso contenido, con el cuidado de quien juega con fuego sin quemarse. Tus ojos son laberintos de acero, brillan con caminos ocultos donde la ternura y la muerte se confunden, espejos enfrentados que reflejan un mismo misterio.

Camino sobre la línea de tu aliento, aprendiendo el lenguaje de tus manos, que susurran estrategias, caricias y silencios. Son rituales que sólo yo comprendo, códigos que nos unen y separan a la vez. Cada beso es un contrato sellado, cada abrazo, un pacto imposible, porque amar a un asesino perfecto es trazar mapas sobre el vacío, caminar sobre un filo que exige precisión.

El corazón late con metrónomo exacto, como un reloj que marca la ejecución, y aun así, entre los códigos del peligro, se enciende una llama que no se apaga. Nos encontramos en la delgada frontera entre la sangre y la piel, donde la pasión y la precisión bailan un vals imposible de nombrar, donde cada roce contiene la amenaza y la promesa.

Aprendí que amar y matar no son caminos opuestos, sino paralelos. Tu sombra, aunque mortal, es la única luz que me guía, y en ella habita un código secreto que sólo mi corazón atreve a leer, mientras mis dedos dibujan la geometría invisible de lo que somos: deseo, peligro y perfección entrelazados, indescifrables y eternos.