Despiertas como un susurro de sombra,
la piel húmeda de secretos no contados,
y tus dedos recorren un pétalo prohibido,
donde mis deseos se pierden, y me consumen.
Tu aliento es la llama que no se apaga,
el temblor de una flor prohibida
que se abre al filo de la noche,
y yo caigo, dulce, entre la curva de tu mirada.
Caminas por mi cuerpo, como luna negra,
tocando cada latido oculto,
y el frío se transforma en fuego bajo tu sombra,
la piel tiembla, se quiebra, se entrega, me corrompe.
Tus labios son abismos que imploran besos,
y en cada uno se despliega un universo,
oscuro, húmedo, lleno de gemidos
que ignoran límites y tiempo.
Eres flor que nace en la tempestad,
y yo me inclino ante tu aroma peligroso,
la lengua de tu misterio me consume
como si la noche entera hubiera sido inventada para ti.
Cuando tus manos buscan mi nombre,
la respiración se vuelve música rota,
el cuerpo un océano donde tus mareas
rompen y arrastran mi sentido a la locura.
Y entonces, al fin, la luz se disuelve
en la sombra de tu esencia secreta,
y yo quedo, temblando, prendida
de cada secreto que tu cuerpo me susurra.
MAQUIAVELICA