Los sueños se congelan
y caen en forma de granizos.
Gravillas frías que
lesionan su piel,
único camuflaje
de las heridas
que lleva por dentro
Tormenta de hielo que lacera
como el recuerdo de ella.
El fuego pálido de su cuerpo,
el bochorno en su cama
y la insufrible odiosidad
de la retórica feminista de moda.
Se refugió en una galería
(tan típicas que son)
de Santiago centro.
Y exhausto cayó de rodillas,
con la mirada hacia el piso.
Al alzar su cabeza se vio entremedio
de dos espejos semicirculares
que avanzaron hasta formar un cilindro,
quedando prisionero de su propia imagen.
Obligado a enfrentarse a su gemelo especular,
Posicionado como el principal villano
en su delirante novela de amor infantil
y el trágico desenlace de perderla para siempre.
Gritando en el encierro rogó por salir de ahí,
torturado al ver su imagen reflejada en todas direcciones.
Se ayudó con una piedra y trizó esa celda especular,
no logrando salir, sino al contrario,
Eran ahora miles de espejos que proyectaban su aspecto
hasta el límite visual de su propio horizonte.
Agotado repasó su historia, que se repetía desde
esa especie de adicción de enamorarse
de la idea de estar enamorado.
Pero ahora se veía tan viejo para tan cándido
para creer enamorar desde las palabras y actos románticos,
Asumir real algo que sólo estaba en su mente pueril.
Emprender una gesta heroica de conquista,
Alzar un relato épico que a nadie le importaba.
Mucho menos a ella, a quien
imaginaba festinando con sus amigas
de su nueva investidura como musa.
Que sino risas, provocaba ternura,
la suficiente para ganarse el derecho
de seguir en lista de espera,
mientras sumergida en aplicaciones de citas
sigue buscando uno que sí.
Uno con el que ahorre palabras,
con un aspecto que deleite su vista
y la conduzca a esa primitiva sensación animal
del deseo a punto de aplacarse.
En ese momento los espejos estallaron
en polvo sin esquirlas, apareciendo
en otrora una pradera llena de vida
y ahora un suelo baldío agónico de sed.
Entonces, en medio de esa nada
encontró un cuaderno con tapas de cuero negro
y un lápiz con tinta rojo sangre.
Y en el más absurdo de los actos posibles,
se puso a escribirle poemas de amor.