Mujer de cabellos crespos,
hechos de oro encendido,
cada rizo es un fuego secreto
que me atrapa en su misterio.
Tus labios, rojos y plenos,
invitan al roce lento,
son promesa de deseo
y consuelo en el silencio.
Tu cuerpo, ninfa sagrada,
se mueve como río ardiente,
curvas que encienden la piel
y despiertan la fiebre dormida.
Pero más allá de la carne,
hay un brillo que me desarma:
un alma que canta esperanza
y me envuelve en su claridad.
Eres fuego y eres calma,
sensualidad que florece,
luz que quema y que abraza,
mujer que nunca se olvida.
G3