juan carlos ayala

TAN INFORMAL Y TAN ELEGANTE A LA VEZ

TAN INFORMAL Y TAN ELEGANTE A LA VEZ.

(Juan Carlos Ayala)

 

Ella era poesía:

espigada y delgada,

de versos blancos

escritos en letra moldeada.

De caminar donaire

y despreocupado.

 

La vi sorteando el tráfico

en plena avenida reforma

con el semáforo en verde.

Lo disfrutaba, en serio.

Su paso largo y seguro

como si tenis llevara.

 

Tenía: tacones altos, de aguja;

pantalón vaquero, ajustado;

blusa blanca, de fuera;

saco negro, abierto;

los tirantes de su bolso café

le cruzaban pecho y espalda,

llegaban debajo de su cadera

como bajo eléctrico de rockero.

 

Era toda una facha,

tan informal

y

tan elegante

                      a la vez.

 

Su pelo lacio, castaño, parecía

que saludaba a todos,

caía sobre su saco

como si fuese parte de él.

 

Creí que sonreía, pero no,

su aspecto seguro le regalaba

esa sonrisa imaginaria.

Uno, dos, tres amagues y

estaba del otro lado,

se perdió entre el gentío:

¡mis ojos locos buscándola!

Fue como ver una garza

rosada caminando en un humedal

lleno de cocodrilos.

 

Momentos después, pensé:

quizás fue una estrella caída

y que el cielo la echaría de menos,

así como todos los que la vimos

sortear el tráfico

en plena avenida reforma

con el semáforo en verde.

 

Con esa facha,

tan informal

y

tan elegante

                      a la vez.

 

—Robert Plant tenía razón:

las mujeres de piernas

largas no tienen alma—

 

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