Mientras tú seas feliz,
mientras tu risa aún florezca,
que nada te preocupe,
ni el contorno,
ni siquiera yo.
Busca un horizonte,
busca tu oriente,
un camino donde tu alma
descanse tranquila.
No importa a quién dejes atrás,
la vida es lo vivido,
lo que se graba en el pecho
y se lleva en silencio.
Hay que sentir,
ser honesto,
no herir,
no clavar espinas
solo por salir.
No olvidemos:
estamos en la tierra,
y todo un día
se apagará.
Siempre te voy a desear lo mejor.
Siempre.
¿Cómo olvidar el día que te conocí?
¿Cómo olvidar la primera risa,
el instante feliz,
los años que corrieron,
los segundos que abrazaron
mi sonrisa?
Sí, hubo lágrimas,
sí, hubo desengaño,
sí, hubo tristeza.
Pero aun así,
te deseo lo mejor del mundo.
Sigue luchando,
sigue rompiéndola,
sigue riendo,
no importa con quién,
no importa hasta cuándo.
Solo sigue siendo feliz.
Perdóname por no quedarme
esta tercera vez.
Ya no quise lastimarme más.
Fue duro,
fue difícil,
y no quería que el dolor
me alcanzara otra vez.
Por eso crucé fronteras,
montañas,
agua, sol y hambre.
Porque no quería que me partieras
en pedazos una vez más.
Te solté,
aunque no con palabras,
sino con tus hechos.
A gritos me decías:
“vete, vete”.
Y aunque no quería escucharlo,
aunque me aferraba,
perdóname…
no pude quedarme
esta tercera vez.
Hoy te miro,
luchando por ser feliz,
forzando sonrisas,
mostrando lo que no sientes,
pero es lo que elegiste,
lo que quisiste vivir.
Y ahora eres tú quien me dice:
perdóname, discúlpame,
te amo, me arrepiento,
regresa a mí.
Pero dime,
¿cómo borro?
¿cómo tapo?
¿cómo olvido?
¿cómo?
Perdóname…
por no querer quedarme
esta tercera vez.