Dime tú, querido,
¿qué pesa más?
¿Mis huellas en tu camino,
de tanto aferrarme sin paz,
rogando que te quedaras conmigo,
aunque el silencio ya supiera la verdad,
aunque tus ojos estuvieran de viaje,
buscando lejos otra mitad?
¿O las tuyas,
huellas sin raíz,
sombra que se aleja,
sin dejar cicatriz,
pasos que partieron
sin volver la vista,
sin dar la pelea,
sin amor que insista?
A veces creo que lo que hiere
no es tu partida,
sino la forma ligera
en que dejaste mi vida,
como si mi amor fuera
apenas viento en despedida,
y no este corazón entero
que puse en tus manos cada día.
Y entonces me pregunto:
¿quién carga con más peso?
¿El que ruega y se desangra en su intento,
o el que huye ligero,
dejando tras de sí un silencio?