Te esperaba siempre.
Una golondrina miraba
de frente.
El agua corría
y el río sentía
tus pisadas firmes.
Rosas amarillas en
jarrón de cobre.
En tazas pequeñas,
el tilo humeante.
Una golondrina
mirará mis manos,
tan solas acaso.
Y muy despacito...
pasará otra
tarde.
L.G.