En tu destello mi presencia,
a una edad que transformó mi adolescencia,
y tal cual mi inocencia...
alimentando tu llama con mi quimera...
Y es que el pecado enseña,
a practicar el mal hado de la erótica,
que con tu destreza,
me ofrecías lo que nunca se perdona...
Tu mirada tan cálida,
era un arma de precisión calculada,
casi fea y casi guapa,
una percepción que me fascinaba...
Esta vivencia,
me transmitió tanta energía,
que en este ahora,
es como si tuviera telepatía tuya...