Idilio
Cuando estabas cerrando la ventana,
lancé, yo desde afuera un papelito
y rápida, asustada, diste un grito,
quebrando aquel jarrón de porcelana.
Tu madre que escuchó cuan soberana,
salió pronto a mirar, paso a pasito;
y en eso, que descubre mi delito,
me dice: —¿qué te traes rata humana?
Temblando y sorprendido en cuya escena,
no supe si correr era indicado;
así, que me esperé por tal condena.
Mas ella, totalmente en desagrado,
me dijo nuevamente, muy serena:
—espero, que no vuelvas, desgraciado.
Samuel Dixon