José Mario Calero Vizcaino

SENSIBILIDAD

Comienzo por acariciar
la hoja en blanco que quiero llenar
e intento, con fragilidad,
definir: la sensibilidad.

Es escuchar al mudo
y colmar sus oídos con una respuesta tibia
que convoque la conversación.

Es leer la vida de una mujer
en sus canas y en sus arrugas,
expuestas sin prisa:
se muestran, se enseñan, se exhiben…
con calma, con calma.

 

Es alcanzar, en el beso,
un estado donde tu aire y mi aire
se vuelven un mismo respiro;
dejar que la energía circule por dentro,
exalte y encienda los cuerpos,
meras moradas del alma.

Es apreciar los olores de un domingo
en la plaza llena de vida y
distinguirlos a cada paso que das;

separar cada aroma
de la mezcla que me inunda en cada respiro;

perderme en el cielo
y encontrarme de nuevo,
sentado en la tierra.

Es oler los colores y ver la música;
palpar una imagen, oír a la luna,
llorar con la lluvia, escuchar al sol
y bailar con él.

Es llenarme de alegría y, entonces,
llorar, reír, suspirar, tocar.

Besar, oler, ver; reír y llorar; suspirar,
tocar, besar, amar: volver a sentir.

Sentir…