El huerto de mi vejez
A la sombra de mi huerto florecido
descansando mi vejez de hortelano,
una tierra cuidada con mis manos
me tienen los dedos encallecidos.
El ocio me acompaña en la vejez
alargándome la vida en ésta huerta,
yo siento que mi sangre no está muerta,
que corre por mis venas como ayer.
No corre como el agua por la acequia
que, regando va los surcos de mi huerto,
pero siento que corre por mi cuerpo
al despertar el sol de un nuevo día.
De agua fresca de pozo se alimentan
las plantas que van creciendo en la tierra,
cuyos frutos me darán de comer
con el trabajo sin renta del ocio
de mi vejez. Llegarán a mi hogar
una vez ya, los frutos madurados
y al comerlos serán agasajados.
No me mata el mantener limpia mi huerta
por que haciendo un poquito cada día,
cuidada de malas hierbas se cría
dando frutos que brotan de la tierra.
Fabrico con las mondas de otros frutos
el compost que, a ellas las alimentan,
creciendo van las raíces contentas
recibiendo de mi huerto lo más justo.
Productos naturales van creciendo
guiados siempre con esmero y tutor
por un cansado y viejo agricultor
que el ocio a su vejez va manteniendo.
Al despuntar la aurora me levanto
tomando mi café cada mañana
que va marcando el rumbo, hora temprana,
cada día, la llegada hasta mi huerto.
José Ares Mateos