Escribo. Me aproximo a mi voz.
Me enamoro de mis desbordes, me encuentro en mis ausencias.
Pido a la lluvia que borre mis alas de ceniza, pido al sol que me alimente de esperanzas.
He probado la miel de los sabios, he bailado con criaturas lejanas.
Ahora en el nido de tu noche siento el peso de la sombra, el nombre místico crea un hueco en mi sombra.
Tengo sed de olvido.
No he inventado nada. He abierto el vacío del silencio para ver llorar
a los pequeños hijos de las flores.
El alba aprisionada nos revela la verdad, dos gotas de rocío se juntan en un círculo venenoso.
Un presentimiento lejano se transforma en perla clara.
Una dulce visión se incrusta en tus labios de coral.
Algún día volveremos al mar.