NeysbythValencia

\"Lo esencial es invisible a los ojos\" Eres responsable para siempre de lo que has domesticado. del principito

Ella mintió.

No con palabras, sino con silencios. No con gestos, sino con la fé que vistió cada amanecer. Dijo que no quería estabilidad, que el amor era un eco lejano, una trampa blanda donde sólo caen los ingenuos.

Pero mentía. Mentía con la elegancia de quien ha vivido demasiadas despedidas.

Porque en el fondo, su alma esa que nadie miraba anhelaba descanso. No un descanso físico, sino ese sosiego que da la certeza de ser vista, sin juicio, sin miedo, sin condiciones. Quería pertenecer, pero no a un lugar. A unos brazos. A una mirada que la sostuviera sin romperla.

Había hecho del silencio su más fiel amante. Y de la noche, su refugio eterno. Allí, entre sombras, aprendió a no pedir, a no esperar. A ser roca cuando todo en ella era río.

Pero el alma no miente. Y cuando aparece ese alguien imperfecto, real, humano con el poder de tocar lo que duele sin destruirlo, entonces las grietas se convierten en ventanas.

Él llegó así. Sin promesas. Con una voz que desgarraba y calmaba. Con una presencia que era tormenta y raíz. Ella le temió. Porque sabía que una vez domesticado el corazón, la libertad cambia de forma.

\"Eres responsable para siempre de lo que has domesticado,\" le susurraba el eco de un zorro antiguo, de un libro que una vez leyó en la infancia y nunca olvidó.

¡Y comprendió!.

Comprendió que lo esencial no se toca, no se explica, no se muestra. Se siente. Con el temblor de quien baja la guardia. Con la certeza de quien ya no quiere seguir huyendo. Con el amor que no exige, pero llama.

Ella ya no quería abismos. Quería manos. Ya no quería oscuridad. Quería luz, aunque fuera tenue. Ya no quería silencio. Quería voz. Quería ser dicha, amada, elegida.

No por lo que mostraba. Sino por todo lo que había ocultado.

Porque lo esencial, sí… siempre ha sido invisible a los ojos.