William26🫶

Mi Barbie Perdida

Mi Barbie perdida
de Wcelogan (Prosa Poética)

 

¿Y dónde estará mi Barbie…?
Tal vez se quedó atrapada en la caja de mis oscuridades,
entre calcetines huérfanos, pecados reciclados
y un par de ilusiones vencidas.
No tuve cerillos para encenderle una candela,
ni linterna que alumbrara su plástico glorioso.
Por eso jamás la vi pasar del todo:
apenas un roce en la penumbra,
un destello que se me escapó entre las costillas.

Quizás ya no es la muñeca inmutable
que Mattel juró eterna.
Tal vez el tiempo la mordió sin piedad,
y hoy anda con las pestañas postizas medio colgando,
el pelo rubio vuelto estropajo de cocina,
y la sonrisa fosforescente
reemplazada por una dentadura que no siempre encaja.
Quizás ya no cabe en su faldita de cheerleader
y se refugia en licras negras de pretina alta,
maldiciendo a las revistas
que nunca predijeron esta guerra contra la gravedad.

Me la imagino en su nueva gloria:
con celulitis como cordilleras indomables,
con arrugas que son surcos de batallas y noches mal dormidas,
con ese sobrepeso que ningún gimnasio pudo desalojar.
Una Barbie que ya no entra en su convertible rosado
porque el timón se partió con tanta curva real,
y que se cansó de fingir el rol de muñeca eterna.
Ahora es mujer de verdad:
con varices como relámpagos,
con ojeras que parecen túneles hacia el misterio,
con estrías que narran genealogías de deseo,
y un par de divorcios a cuestas,
como medallas de guerra y lecciones aprendidas.

Y aun así, mi Barbie perdida me enloquece.
Porque si aparece, no vendrá envuelta en celofán nuevo,
sino en bolsa de mercado,
oliendo a sudor y a sofrito,
cargada de recuerdos y dolores.
Llegará con un pie en el más allá,
el otro en chancleta,
arrastrando un bastón fluorescente,
y trayendo consigo:

Un par de sandalias que alguna vez fueron tendencia y hoy chirrían al caminar.

Calcetines que jamás combinaron, pero que le cuentan secretos del pasado.

Un bolso con más historias que ropa: recibos, cartas olvidadas, recetas de cocina.

Labial manchado de café, risa y rabia.

Un libro arrugado por lágrimas y abrazos.

Perfume mezclado con sudor de fiestas olvidadas y domingos de siesta.

Una lista de reproches hacia gimnasios y dietas fallidas.

Fotos donde sonríe incluso cuando todo estaba torcido.

Llaves de casas que ya no existen y de coches que nunca manejó.

Una libreta con garabatos de sueños que aún late.


Y yo, lejos de espantarme,
le haré espacio en mi cama y en mis huesos,
porque sé que esa es la Barbie que esperaba:
la que sobrevivió al tiempo, al espejo, al fracaso y al deseo.

Aceptaré sus kilos, sus defectos,
su humor cambiante, su cansancio y sus achaques.
La abrazaré aunque ronque,
aunque me robe la cobija,
aunque se duerma con la novela turca antes del clímax.
Porque al final no quiero una muñeca perfecta:
quiero a la mujer que me llegó tarde,
cargada de años, arrugas, celulitis, divorcios y vida.

Y ojalá llegue antes,
porque si no, terminaremos haciendo un 2x1 en el funeral…
pero mía, siempre mía,
hasta en mi último otoño.