Carlos Baldelomar

--+ FRACTURA +--

-Aquí va tu nombre-

 

Pasa, que el sol se duerme

sobre los techos oxidados

como un ritual fúnebre

que cada día

se anuncia a mi ventana.

 

Y por capricho

del calendario,

hoy vuelve a ser domingo:

un eco torpe,

una manera mediocre

que tiene

este suburbio del mundo

de imitar tu sombra lejana.

 

Quizá sea el peso 

de este silencio denso,

o está brisa que intenta

y no puede

guardar el toque tibio de tus manos.

Entonces imagino que tus manos

son esos pájaros que huyen

a estas horas,

buscando entre tanto

tejado y concreto:

un nido que no es mi rostro

un refugio lejos de mis brazos.

 

Siendo honesto

estas horas 

tienen poco más de mis manos

mucho de rocío y poco de cielo,

tienen esta costumbre mía

de andar despacio

de imaginarte a medias,

para qué sólo a medias

me faltes.

 

Al final,

uno se rinde a ese rastro

a la promesa incierta

que deja las manchas del ocaso.

Hay una física extraña

propia de la distancia:

Si mirás fijo, muy de lejos,

vez como la tarde 

escribe en su muerte

tu nombre,

fracturando en dos el horizonte.