\"El dueño fui de mi jardín de sueño,
lleno de rosas y cisnes vagos;
el dueño de las tórtolas, el dueño
de góndolas y liras en los lagos;...\"
–Rubén Darío.
En tu jardín de dioses y de espuma,
donde las ninfas cantan tu alegría,
el verso nace, cual dulce melodía
y el sol se rinde ante tu blanca pluma.
Cisnes de nácar cruzan la laguna,
y el aire huele a flor de fantasía.
Tu verbo es trono, tu voz es armonía,
y el arte danza bajo tu fortuna.
Oh, rey de lo sublime y lo imposible,
yo, pobre mortal, sin cetro ni corona,
me acerco a tu edén irrepetible...
En tu mundo donde la musa es juguetona
robar quisiera —con amor visible—
una flor de tu jardín que me emociona.
Annabeth Aparicio de León
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