Nací de un suspiro
quizá demasiado profundo,
vino de una vez que la luna
observó demasiado al mundo.
Llegué y planté mis piecitos en la tierra,
miré desafiante
y no me callé nunca más.
De a muchos tropezones
adquirí muchas enseñanzas,
atesoré mis valores
y me zambullí en conocimiento.
Muy curiosa siempre,
suavicé de a poco mi andar.
Descubrí que mis pisoteadas no eran tan agradables
y me propuse mejorar.
Con diez años me peleé con Dios,
después se me pasó.
A los once me volví a encontrar
y se lo mostré al mundo.
A los doce la proporción me abandonó,
una niña grande descubre el mundo otra vez.
Con trece nunca creí poder aprender tanto,
grité, mucho, reí, más aún,
y bailé y lloré y canté,
y caí y me levanté y caí de nuevo.
Entré a los catorce de un trompazo,
con una gran mezcolanza en el corazón.
Evité los espejos mucho tiempo
y me costó encontrarme fuera de mi atardecer.
Teniendo quince me refugié mucho,
pero fui más feliz,
Empecé mi aventura de a pasitos pequeños,
pero significativos.
¿En qué momento cumplí dieciséis?
Dije por casi dos años tener quince.
La escalera era tan alta que la base parecía lejana
y eso era muy bueno.
Me enamoré por primera vez,
me gustaban los espejos
y pude decir que me quería mucho.
Cerré bien antes de cumplir los dichosos diecisiete,
créanme que los he tenido muy presentes.
Ahora no veo tan lejos la base,
es más, me he acercado a ella muchas veces,
pero siempre vuelvo a subir y lo trabajo,
para nunca quedar abajo.
Vivo consciente, mas un poco refugiada.
Es por mi bien.
Me cuido y me quiero, a veces no tanto,
pero me quiero.
Y me siento en un limbo entre el pasado y el futuro.
He hablado mucho conmigo,
le prometí a mi yo de catorce no desistir
y desde que planté mis pies en la tierra,
me han acompañado almas preciosas
que me hacen querer vivir.
Le tengo fe a todo, pero voy más despacito.
Abrazo al mundo y estoy agradecida de existir.
Un poco de vuelta en mi refugio ahora, sí,
pero feliz dentro de todo,
preparándome y recargando energías,
para volver prontamente al camino. ♡