Nkonek Almanorri

AGOSTO.

 

 

En verano, y al menos por unos

Días, toca huir de la oficialidad

Impuesta en que la verdad,

También impuesta,

Siempre ha estado ahí.

 

Recordaré este agosto que ya se fue por las frescuras de primerísima horas del día, antes de que por allá en el horizonte se levantara el sol en un campo de hierba seca, de llanura infinita, y, también, los atardeceres de conversaciones sosegadas con vecinos desconocidos,  también sosegados; todo antes de que el mismo sol se retira a descansar. Las conversaciones, siempre en voz casi baja y respetando los tiempos de conversación, se alargaban hasta el principio de la media noche, un tiempo extra, dijo alguien de cuyo nombre no quiero acordarme, por ser verano ya que el invierno nunca, según me han contado los mismos vecinos de años atrás, había oportunidad para las reuniones: al aire libre y siempre en la terraza del único bar del lugar, a las cinco de la tarde ya era oscuridad, niebla en las calles y temperaturas rozando los cero grados lo cual hacía que cada familia se encerrara en casa cerca del fuego de la chimenea, así han sido siempre los inviernos allí.

 

El pueblo tiene apenas 200 habitantes, algunos más en verano, está muy cerca de un río de aguas limpísima que llega de las montañas cercanas las cuales ya pronto se cubrirán de nieve otra vez y hasta el final de la primavera; se ven muchas golondrinas que tiene sus nidos bajo los aleros de los edificios de poca altura, la mayoría de piedra y madera y con cientos de años de antigüedad, también abundan los vencejos que se lanzan a toda velocidad y en picado desde el campanario de la iglesia. Todo en este agosto que se ha ido ha sido serena y pausada observación. Por un momento de apenas tres semanas he procurado dejar atrás las noticias de los terribles incendios aunque nunca fue posible no oír comentarios desoladores de ellos así como tampoco del genocidio de Israel.

 

También, en este agosto y estando allí, me vino a la memoria alejado de todo y de casi todos esas voces que se oyen y que dicen y hablan, no sé realmente en qué sentido, de la España vaciada, de la España que, dicen, se está quedando sin gente con intención, a veces lo pienso así, de volver a llenarla como hace 70 años se llenaron las costas proveniente de gente de estos pueblos y aldeas hoy refugios de Paz, con mayúscula, ¿ que se pretende, qué buscan; traer de vuelta todo lo inmundo que ya hay en la España de las grandes ciudades y de las costas llenada de miserias?. Digo y pregunto.