Me enamoro con la brisa,
con la luz de una ventana,
con la risa que se escapa
en una tarde de verano.
Me enamoro de un detalle,
de una mano que me toca,
de una historia en la mirada,
de un silencio que me aboca.
Es la magia de un instante,
la sorpresa de lo nuevo,
el corazón que se asoma
en cada verso que escribo.
No hay armadura que valga,
ni barrera, ni razón,
solo el impulso que me lleva
a la simple y dulce emoción.
Me enamoro con los ojos,
con el alma, sin dudar,
de la vida que me asalta,
con la prisa de un rimar.
¡Y, hoy, me he vuelto a enamorar!