Busqué la luz
como quien busca el agua,
en los confines de la aridez,
con el peso de los calendarios,
con los que envuelvo el tiempo,
los rostros reversibles,
que huyen de la transparencia,
los dedos derretidos,
por el dolor de las caricias,
la vida que se extiende,
entre monotonías,
y accidentes.
Busqué la luz,
como busque el amor,
caminando veredas y paisajes,
deambulando por los escombros de la tarde,
imaginando versos bajo los árboles,
buscándome, escondiéndome de mi mismo,
entre las hojas secas de mis días.
Busqué la luz,
hasta que encontré su rostro,
extendiendo el velo de las revelaciones,
atravesando cenizas,
removiendo la arena de los días,
cuando el tiempo del olvido nos envolvía,
posando nuestra alma,
sobre el dorso inmune del narcisismo.