Luis Barreda Morán

Entre El Deber y El Deseo

Entre El Deber y El Deseo 

Mañana cuando la luz del atardecer cubra tu rostro, y pronuncies el sí ante el hombre que elegiste por destino, yo estaré entre la multitud observándote vestida de blanco, sabiendo que en tu pecho late un eco antiguo y persistente, un rumor que solo yo logro descifrar en tu mirada.

Aunque jurarás amor eterno frente a testigos y al altar, y prometerás fidelidad con palabras medidas y serenas, tu corazón guarda un espacio que solo a mí me pertenece, un refugio íntimo que ni el tiempo ni los votos borrarán, porque nuestro vínculo trasciende las paredes y los días.

Él te ofrecerá una vida cómoda llena de certezas y horarios, conversaciones predecibles y noches tranquilas sin sorpresas, pero tú añorarás la pasión que desborda toda cordura, el fuego que enciende mis besos y derriba todas tus defensas, y que convierte el mundo en un territorio libre y sin fronteras.

Tu nombre llevará el apellido de un hombre honorable y bueno, tendrás hijos quizá y una casa impecable y ordenada, pero en la penumbra callada de tus noches más profundas, sabrás que solo conmigo encuentras el sentido verdadero, y que tu esencia más auténtica despierta bajo mi mirada.

Regresarás a mí cuando la rutina ahogue tus anhelos secretos, cuando el disfraz de esposa perfecta pese demasiado en tus hombros, y encontrarás la puerta abierta y los brazos que conocen tu alma, sin juicios ni reproches, solo con la comprensión eterna, de quien sabe que el amor verdadero no entiende de normas.

Porque aunque compartirás su cama y su mesa cada día, y cumplirás con todos los deberes que la sociedad te impone, en el jardín escondido de tus sueños y tus memorias, florecerá siempre la rosa salvaje de nuestro encuentro, y serás para el mundo una señora, pero para mí la vida.

—Luis Barreda/LAB