Tantas veces te nombré
Tantas veces me dormí en tu sueño
He acariciado tu sombra, circundado tu piel
Desbordado tus manías angelicales
El vino sigue vibrante en tus labios de durazno
Y aún así, después de todo, somos dos extraños
La máscara ha caído, los relojes han colapsado
Sólo el silencio alrededor
A la espera de tu llegada
Soy yo la lágrima, el símbolo inexistente
¿Y acaso podré ver tus ojos,
en la oscura noche vacía?