Los canarios
Ariscos, ágiles, alegres serpentean
veloces y raudos al cielo se elevan,
se acercan y se alejan del naranjal florido,
descienden inquietos y suspenden su afán
Pincelan el aire de amarillo intenso
abanican las hojas que yacen dormidas
de un árbol a otro dibujan el vuelo
y al grano dorado su cabeza inclina
Son dos, nunca uno, que allí revolotean
más uno es el que entona su alegra trinar
son dos los que llevan al nido la paja
son dos los que escuchan el viento pasar.