Hay mujeres que adornan el instante,
pero tú… tú cambias el universo,
con tu mente brillante y desafiante
y esa forma de esculpir cada verso.
Contigo hablar es cruzar un umbral,
donde lo gris se disuelve en colores,
me devuelves la fe en lo natural,
en lo simple… en las pequeñas flores.
Donde habitas, la sombra se deshace,
y el frío se convierte en melodía,
tu voz es un refugio que renace
hasta el alma más rota, cada día.
Y no es que adore oírte por costumbre,
es que en tu voz los días cambian de traje,
se va la sombra, muere la costumbre…
y mi alma vuelve a andar sin equipaje.