Tinta en la noche,
piel de azabache,
tus ojos guardan la luz,
sin dejar que se escape.
Sonrisa que florece,
cálida y sincera,
un río de alegría
que mi alma celebra.
En la gimnasia,
compartimos el esfuerzo,
nuestros cuerpos se mueven
en un mismo universo.
Y en el baile,
nuestros pasos se unen,
una danza de almas
que se reconocen y se funden.
Nuestros gustos se abrazan,
nuestros pensamientos se entrelazan,
somos espejos de un mismo ser,
pero el roce de los deseos
nunca se atrevió a florecer.
Somos dos almas
en un mismo jardín,
caminando de la mano
hacia un dulce fin.
Y aunque la intimidad
se quede en un suspiro,
la amistad que nos une
puede ser un amor, o un susurro.