HECTOR FRANCO

La maldición del Poeta

Quizá nunca lo notes:
no lleva una estrella en la frente
ni un distintivo que lo represente;
solo carga con el mundo entero
y con el porqué en su mente.

 

Quizá lo has visto bebiendo licor en la banqueta
y lo has juzgado;
tal vez te dio los buenos días y lo has ignorado,
o quizá, solo quizá,
se perdió en la silueta de una mujer coqueta.

 

El poeta escribe.
Hubo días, quizá meses,
en que el tormento de escribir aquello
no lo dejó dormir.
No es un don que uno escoge
ni que se le da:
es un fuego que consume,
un eco que jamás calla.

 

La maldición no es escribir,
sino no poder dejar de hacerlo:
cada herida se convierte en verso,
cada amor en ceniza cantada,
cada noche en un grito sin dueño.

 

Esa es la maldición del poeta:
vivir condenado a sangrar en tinta,
y lo irónico,
es creer que se curará
solo con seguir escribiendo.