Ratas Políticas
Visten trajes elegantes de aparente rectitud, más bajo esa careta yace toda su maldad, son solo criminales de falsa solicitud, que venden a su patria por un poco de paz, y en su interior albergan pura perversidad.
Ocultando sus intenciones con sonrisas falsas, disfrazan con palabras su voraz ambición, mientras planean en silencio sus ruines emboscadas, buscando la manera de lograr su misión, que es robarle al pueblo hasta la última ración.
Se burlan de la gente que vive con temor, que sufre las consecuencias de su horrible actuar, sin mostrar el más mínimo asomo de dolor, solo piensan en su bienestar y en acumular, y al país que dicen servir, van a desangrar.
No conocen el honor ni la dignidad, aunque usen esos nombres para poder actuar, su único dios verdadero es la prosperidad, que obtienen sin medida al erario público exprimir, y no van a parar hasta conseguir su fin.
Prometieron mejorar nuestra vida al llegar, dijeron que su meta era la igualdad, pero es una mentira que empieza a rodar, una farsa completa de gran falsedad, que trae más pobreza y mucha adversidad.
Solo les interesa su propio beneficio, ese es el pacto secreto que entre ellos firmaron, por eso actúan siempre con tanto cinismo, y los frutos del trabajo del pueblo se llevaron, mientras la gente buena solo se empobreció.
Sus arcas y sus bolsillos están hasta rebosar, con el fruto robado de su largo saqueo, todo el daño causado lo saben disfrazar, mientras llenan sus cuentas con enorme deseos, y convierten en humo nuestros mejores sueños.
Es doloroso ver a tantas personas, que confían en sus palabras y les dan su favor, sin poder imaginar los planes que importan, esas riquezas que hurtan con tanto fervor, usando sin piedad su gran poder.
Quieren adueñarse de toda la riqueza nacional, dejando a la población en pura miseria, sin importarles causar un mal tan colossal, su avaricia es una fiera que nunca se aferra, y nos condena a una vida llena de guerra.
Esas ratas políticas, grandes y insatisfechas, devoran sin control y no piensan parar, no hay castigo que temen ni leyes que respetan, siguen viviendo muy bien a costa de explotar, a los que debemos pagarles para trabajar.
Atesoran su botín en lejanas fronteras, ese capital que hurtaron con tanto afán, guardando para ellos las ganancias enteras, mientras nuestra querida nación se va a pique, y su futuro se vuelve triste y desolador.
Y aquellos que les dieron su confianza y su voto, creyendo sus promesas de un cambio verdadero, durante cuatro años les dan libre despotismo, pensando que son buenos, siendo el peor aguacero, limpiando la inocencia de este pueblo entero.
Se hacen llamar diputados, jefes y presidentes, ocupando puestos altos de gran responsabilidad, pero son una plaga de mentes indecentes, que reparten entre amigos la posibilidad, de seguir saqueando con total impunidad.
Su mente está podrida, su conciencia no existe, su ética fue vendida al mejor postor, su apetito jamás se detiene o resiste, aceptando cualquier soborno con mucho amor, para aumentar su caudal y su valor.
Inventan empleos nuevos para sus allegados, para poder vaciar las arcas del país, dejando solo escombros y sueños quebrados, y migajas pequeñas que hurtar no les hace feliz, en su plan macabro que es tan infeliz.
Y si alguien los descubre en su juego sucio, nunca enfrentan la justicia que deberían pagar, pues cuentan con escudos que les da el mismo sistema, esa protección que el pueblo les fue a otorgar, sin saber que con eso les iba a perjudicar.
Estas ratas gobiernan, eso es evidente, no ha llegado el héroe que nos pueda salvar, aquél que limpie toda esta mala gente, y les haga pagar por su forma de operar, y les impida para siempre más robar.
La pregunta persiste en el aire cada día, con qué fuerza podremos extirpar este tumor, esta red de sinvergüenzas que no tiene vergüenza, que se alimenta siempre del sudor del labrador, y que hunde en el fracaso a nuestra nación.
—Luis Barreda/LAB