Breve Eternidad
de Wcelogan
No sabes cuánto en mí tu sombra habita,
cuando tus ausencias arden mi vientre,
el nombre que guardo, enajenado,
se enciende como llama nunca escrita.
Tu roce es la penumbra que me invita
a abrir el cuerpo en vértigo callado,
el pulso de tu piel, estremecido,
derrama sobre mí fiebre inaudita.
No pido eternidad ni paraíso:
tan solo el rito ardiente de tu boca,
las huellas de tu luz que me provoca,
es un gozo breve, íntimo y preciso.
Y me pierdo en tu fulgor encendido,
renazco en la verdad de tu caída,
tu sombra me concede nueva vida,
y ardo en el claro abismo compartido.