Asklepios

La luz untó de descanso tu piel

La luz untó de descanso tu piel,
y el ancla invisible de la brisa
se quedó para acompañarnos.
(Ese día no tenía prisa alguna)
Mientras intentabas organizar la
avalancha, casi imparable, de
tanto pensamiento, con tu sonrisa
me invitaste a sonreír contigo.
Yo, a cambio, te di un beso,
resumen de mis intensos
sentimientos por ti.
Compartimos todo exceso
de nuestras ganas de vivir.