Aún la veo en mi mano,
una pequeña flor amarilla,
se iba deshojando,
cual recuerdo lejano…
llovía como en una pesadilla,
desde entonces la llovizna es diferente,
compañera de mirada ausente;
dicrioca me va cuidando…
apenas llegó la flor,
muerta en su semblante,
radiante en su aroma a petricor.