Eres tempestad en tu mirada,
torbellino que nadie detiene,
voz que no tiembla ni se apaga,
fuerza que al mundo sostiene.
Tu carácter es hierro encendido,
coraje que nunca se quiebra,
pero en tu pecho guardado y vivo
late un jardín que todo celebra.
Eres espina que cuida la rosa,
huracán que protege al trigo,
y aunque tu paso es firme y gloriosa,
das cobijo al caído y abrigo.
Tu nobleza no busca testigos,
ni aplausos, ni trono, ni altar,
porque la grandeza de tu destino
es amar sin tener que esperar.
Mujer de fuego y de ternura,
de carácter fuerte y corazón leal,
eres la fuerza que nunca oscura,
eres la luz en lo terrenal.