Esos ojitos chinos tan tuyos
que se revuelcan de lujuria,
tus labios que exhalan
magia, ternura,
tu piel ansiosa,
bendita, divina
que a mis caricias se enciende,
explota en bandadas
de golondrinas enloquecidas,
apasionadas, hambrientas,
por nutrirse de la semilla que sembré
ayer a mediodía,
en tu vientre.
¿Quieres venir?,
acompáñame mariposa nocturna,
vienes escoltada
por la marea matinal,
atracas en la inmensidad,
de este mi océano
de placeres sin final,
me pintarrajeas de sepia
y muero de deseo por ti,
traes sabor a trementina
en tus labios,
y esa sonrisa de alma curiosa.