Ya desde entonces se viese el destino
en tal juramento y en vanas promesas
que fueron a veces, las causas sujetas
de ser caballeros y luego mendigos.
Da el árbol verde su sabia, su leña
da el corazón sinuosos latidos,
damos injustos pecados prohibidos
y a cambio pedimos, la falsa moneda.
Somos de ser, tan simples y necios
jurando el amor a tantas banderas
que un día el perdón, no tiene remedio.
Y vemos el cuello, sujeto a la cuerda
y oímos crujir el nudo en el cuerpo
y aún viéndolo así, creemos que quiebra.
Son actos, reflejos, y malas costumbres
las leyes que a muchos los atan y enredan
y vemos que ahorcados, nos tensa la cuerda
mas viéndolo aún, el alma se pudre.
Se pudre el valor, la razón se nos pudre
cediendo la carne a tal alimaña
queriendo mas vida la muerte te engaña
fingiendo perdón, que nadie nos culpe.
Será el corazón quien llora y quien sufre
será nuestro alma, quien tuvo la culpa
será nuestro error, rezar al pecado.
Si tanto son hombres aquellos que suben
dejando que otros, se hundan en barro
quizás no lo sean.. o nadie los juzga.