Cuando el alma está triste,
divaga en la soledad,
Caminando por senderos ardientes,
buscando la anhelada Paz.
Entre la difícil vitalidad
qué nos brinda el orbe,
hemos de encontrar la realidad
qué día a día al alma absorbe.
Caminamos para descubrir quiénes somos,
para alcanzar sueños y alcanzar mundos
caminamos porque somos peregrinos de la vida,
porqué avanzamos hasta lograr el final.
Andamos, no con pasos agigantados
sino lentos y procurando sean seguros,
con tropiezos de los que se aprenden,
y levantadas de las qué se triunfan.
Cuando el alma os diga adiós,
Un suspiro exclamará al horizonte
en un canto de alegría,
¡Finalmente iré al encuentro con mi Dios!