Ando en la orilla absorto y distraído
viendo nacer los lirios en la arena,
bajo una tenue luz de luna llena
que da a las aguas pátina de olvido.
Reverbera en mi mente el sostenido
de las aves, su trino me enajena,
siento al andar la soledad serena
de los fresnos, me pesa lo vivido.
Aunque vuelva mi andar al mismo río
no parecen sus aguas como aquellas,
ni coinciden mis pasos en la huellas
olvidadas cubiertas de rocío.
Nunca ofrece el rosal la misma rosa,
siempre es la próxima la más hermosa.