Fabio de Cabrales

Soneto amoroso a Leonela

Yo tomé por blasón el bello día
en que sentí tu luz cautivadora
atravesarme el pecho en osadía
en tu forma de espléndida impostora.

No hubo pena ni gloria ni osadía
más grande que la tuya en esa hora,
hora silente en que flechaste, fría,
mi pecho con tu mano que enamora.

Fue un accidente tu brillante gloria,
fue un reflejo amoroso de mi mente,
desvarío febril por tu alma tierna.

No puedo desatar ya mi memoria
por más que en mi éxtasis estés ausente:
eres, fuiste y serás mi amada eterna.