La corriente besó su gabardina,
y la tina sumerge su boyante
desgañite, llorosa bailarina,
tus arterias se quiebran... ¡Suplicante
la mirada!, de tu hijo que bocina
su triciclo, pidiendo delirante,
develar la persiana que rugosa
acallaba la vida de su rosa...
Tierra bendita que borra
el péndulo que aguantó
el fango de ser mozcorra...
¡Te llevas lo que ideó!