¿En qué pensás, nena?
¿En el antes, en el después,
en la sombra del ayer,
o en el espejismo del mañana?
Eso no es más que engañapichanga.
Lo real es este instante,
el pulso secreto del ahora,
ese murmullo que te dice:
renacé, caé,
y volvé a erguirte luminosa.
El pensamiento inventa temores,
levanta muros de humo,
y no nos deja abrazar la fuerza
de habitar la calma,
de amar con amor verdadero.
No ves tu raíz,
tu fulgor infinito.
Pero sé que al salir de la madeja
de tus dudas,
ya no pensarás:
serás vuelo en el éter,
chispa que danza,
fuego que goza de sí mismo.
Y entonces brillarás,
incandescente,
por vos y para vos,
sol radiante de tu propia eternidad.