Dioses ebrios se devoran en cazuelas a pigmeos de gelatina sin sabor
Lujo y vanidad dejaron de ser urgentes
Mulatas desdentadas se mecen sobre hamacas rotas
Abejas okupas se rien y beben como locas, brillan sus pies y sus antenas
Vuelan entre tallos desparejos de cardos insolentes
Cuervos de cobre aterrizan sobre los techos espejados