No es el baile lo que me embruja,
ni la risa que se desata,
es la calma que en ti se dibuja,
la historia que tu mirada retrata.
En tus manos, el tiempo descansa,
en tu voz, el arrullo del mar,
eres tierra que no se cansa,
y aire que no puedo atrapar.
Hay un universo en tu silencio,
una vida que se adivina,
en cada gesto, en cada misterio,
la flor más bella que el alma ilumina.
¡no es el verso el que adivina, es la vida, que ilumina!