JUSTO ALDÚ

PENA AJENA

En plaza heroica surge fuerte voz

disfraz de juicio en humo convertido,

retumba el aire y vibra su sonido

y azota en lenguas el látigo atroz.

 

El necio y su sombra que siempre empalma,

recita engaños, ídolo vencido

y en su teatro truena lo fingido,

con talante inerte de fuerza y alma.

 

Pena me da mirar su falso empeño.

Pena me da su trono de apariencia.

Pena me da la máscara y su dueño.

 

Y confieso con la cruel elocuencia:

que ardo en el ceño ajeno como leño

y mi corazón lleno de paciencia.

 

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