En plaza heroica surge fuerte voz
disfraz de juicio en humo convertido,
retumba el aire y vibra su sonido
y azota en lenguas el látigo atroz.
El necio y su sombra que siempre empalma,
recita engaños, ídolo vencido
y en su teatro truena lo fingido,
con talante inerte de fuerza y alma.
Pena me da mirar su falso empeño.
Pena me da su trono de apariencia.
Pena me da la máscara y su dueño.
Y confieso con la cruel elocuencia:
que ardo en el ceño ajeno como leño
y mi corazón lleno de paciencia.
JUSTO ALDÚ © Derechos reservados 2025