En el interminable litigio
donde con mi alma pleiteo
por comprenderme a mi mismo
y a este mundo proceloso,
una enfermedad maligna
se ha sentado en el banquillo
sin haberla convocado.
En la catequesis que la vida
me ofrece cada mañana
cuando invoco desvalido
ayuda al Todo poderoso,
esta dolencia silente
me ciñe con afán inicuo
al pavor que me entumece.
Devorar la incertidumbre
y a su indócil aliado
con el valor y el coraje
de la dócil confianza
en la bondad de quien creo,
es la esperanza que espero
antes de ser operado.
JOSE ANTONIO GARCIA CALVO.
Tarazona, 28 de julio de 2025.