poetalibre

LA CIEGA

Podrá la enredadera más honda

y el cristal de luna más brillante,

entretener mi albor caminante

sobre la hora que me ronda.

 

A tí, despierto, callado y ruidoso,

me nace este poema de amor...

de mis ansias es el temblor,

que llevo casto y pudoroso.

 

Pero... ¡Ay! Ventana de luz,

serpentina de amor bravío,

sin tí surge cruel hastío,

clavado al fuste de mi cruz.

 

No es amor ciega que muere;

el arado cual muele y trilla,

es poner de costal la mejilla

y apostar por lo que quieres.

 

Muda, mi mano invade luego,

el mural blanco de tus caricias,

 trotante por las albricias 

donde prende

mi fuego...