Amarte fue fundir el acero de mi deshecha espada. Volé sin alas por tu cielo, anidé en tus frondosas ramas.
Bebí de tu néctar en mis sueños, arrimado a tu suave espalda. Y en ti todo fue tormenta, relámpagos vencido de ansias.
Caricias de ávidos dedos, hurgando el cielo y la esperanza. Boca de rosa y sin palabras, de espinas afiladas y blancas, que de noches eran luceros, que me devoraban el alma.