Más allá de la belleza
del cielo azul eterno,
pasado el onírico desenfreno
de una noche larga,
es que radica el momento
más bello que la inexplorada nada.
Cacofonía asignada,
pletórico de inspiración,
inexistente para la razón,
necesario para la vida…
Entre ausencias no hay salida,
se va encumbrando el alba
que guarda su propio grito,
ensordecedor al firmamento marchito.