Jesús Ángel.

Eterno.

 

Como la noche,  
que siempre regresa  
tras pasar el día.  

Como los ríos,  
que terminan su curso  
al fundirse con el mar.  

O el deshielo  
del polo norte,  
que aviva las mareas  
y eleva la fiebre
de la Tierra.  

Ciclos inevitables.  
Todo fluye y retorna  
en una danza perpetua,  
en un universo eterno...


con principio
pero sin final.  

Bajo un pensamiento cíclico,  
prisioneros de expectativas  
y recuerdos,  
ante un tiempo efímero,  
despiadado e implacable...

Y, a su vez
el mayor de los tesoros, por la oportunidad de estar.


Saberse parte del  
todo universal,  
viviendo intensamente 
el presente,  
donde cada instante  
es alcanzable.  

En el paraíso de aquí,  
en la Tierra, es ya, formar parte  
de toda una eternidad...

un auténtico lujo, para no desaprovechar.

¿Entonces?

Aún sin saber nada,  
del inmenso universo  
que habita en  
mi pequeño cerebro.  

¿Qué sabré yo  
cuando ya no esté,  
de la vida que sigue?...

¡Si el amor es eterno!